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Museos de la ciudad de Quito (página 2)



Partes: 1, 2

 

MUSEO
DE LA CIUDAD

El adobe, la piedra, la madera y las
manos de los antiguos habitantes quiteños lograron
moldear, a través de los siglos, la construcción que se convertiría en
la edificación civil más antigua de la ciudad de
Quito. Las
altas y macizas paredes, ubicadas en la tradicional calle de las
Siete Cruces, ahora conocida como García Moreno, dieron
testimonio durante 409 años de las diversas actividades de
una casa de salud, en donde recibieron
atenciones médicas varias generaciones de quiteños
y se formaron centenares de médicos.

El Museo de la Ciudad es un centro de expresión
de la cultura de
Quito, que propicia la reflexión y la recreación
de su memoria cotidiana
en busca del reconocimiento y la apropiación de valores de los
habitantes de la ciudad.

EXPOSICIONES PERMANENTES

Sala Quito.- Nos muestra el
juego entre la
riqueza de un pasado milenario y la diversidad cultural actual.
Una lectura
diferente de la historia, a partir de la
vida cotidiana y de los procesos
sociales.
Refleja los modos de vida, utensilios y alimentos de los
pueblos que ocuparon la hoya de Quito.

Gracias a su posición geográfica
privilegiada, Quito se erigió como un importante centro de
intercambio económico y cultural entre diversas regiones.
Sus vías naturales de comunicación permitían el acceso
desde cualquier punto y es por eso que se convirtió en uno
de los principales ejes económicos de Los Andes
Septentrionales

 

Siglo XVI.- El siglo XVI fue un periodo violento,
como consecuencia del establecimiento e imposición de un
nuevo orden. La fundación española de Quito
determinó el encuentro y la convivencia difícil
entre dos culturas distintas, y trajo consigo el inicio del
mestizaje, nuevos límites
geográficos e imposición de leyes y otros
sistemas de
gobierno.

 

Siglo XVII.- Ofrece imágenes
del nacimiento de una ciudad donde predomina la cultura barroca,
consolidando con ella el nuevo orden. Quito, como capital de la
Real Audiencia, progresa a través del auge del comercio y los
obrajes. Se construyen grandes templos que facilitan la
difusión de la religión
Católica.

Este siglo se caracterizó por un fortalecimiento
económico, impulsado por el desarrollo de
la industria de
los tejidos, y ya que
los indígenas conocían ancestralmente su manejo, no
se les hizo difícil adaptarse a la tecnología impuesta
por los españoles.

Además, los habitantes de la Audiencia de Quito,
ante los desastres
naturales del siglo anterior, aumentaron su devoción
religiosa, implantando en la sociedad un
pensamiento
secular; una imagen
sobresaliente de este misticismo fue la de Mariana de
Jesús.

 

Siglo XVIII.- Siglo de las luces y apogeo de un
pensamiento ilustrado, producto de la
visita de misiones científicas. Época de cambios,
redefiniciones, descubrimientos y decadencia económica.
Época de sublevaciones indígenas y mestizas que
trajo consigo la inestabilidad social.

El siglo XVIII se caracteriza por la visita de misiones
científicas extranjeras, que reconocieron la riqueza de la
región, sus animales,
plantas y
habitantes. Existía una estratificación social bien
marcada que establecía las normas de
comportamiento
y costumbres que debían adoptar las personas de acuerdo
con su clase. Fue una
época en la que se desarrolló la escultura, siendo
Bernardo de Legarda su máximo representante.

En Quito se inicia la consolidación de una
identidad
criolla que reclamaba igualdad de
derechos y
reconocimiento por parte de la Corona y se avizoran signos de
descontento por la
administración española.

 

Siglo XIX.- La influencia del pensamiento
ilustrado introduce la cultura francesa en la sociedad,
transformando los estilos de vida cotidianos. Las nuevas
tecnologías irrumpen la conciencia social
bajo la idea de progreso.

Las ideas libertarias que se propiciaron en el siglo
anterior, con Eugenio Espejo como su máximo exponente,
dieron paso a la Independencia
y al establecimiento de la República. El siglo XIX fue una
época de modernización y de afrancesamiento en el
gusto estético de los habitantes de Quito.

 

MUSEO DEL CONVENTO SAN FRANCISCO

Dirección: Cuenca 477 y Sucre en La Plaza
de San Francisco
Abierto: Lunes – Sábado desde 09h00 a 18h00;
Domingo desde 09h00 a 13h00
Teléfonos: 228 1124, 228 2545

El templo de San Francisco de Quito es la
edificación religiosa de mayor extensión en la
región. Allí se albergan 4 mil objetos, entre
esculturas, lienzos y muebles. El convento más hermoso de
América. Con 3,5 hectáreas, San
Francisco es una estructura
impresionante. Desde 1983 ha sido intervenido por la Agencia
Española de Cooperación Internacional y el
Instituto de Patrimonio
Cultural. En 1996 se adaptó un sector del templo para el
Museo Franciscano. Y hoy en este lugar se exhiben 250 obras, de
autores como Miguel de Santiago, Caspicara y Legarda. Se
inauguró el Museo Fray Pedro Gocial con cientos de piezas
coloniales. Hay tres alegorías que revisten de magia a San
Francisco, templo fundado por Fray Jodoco Ricke en
1535.

Se dice que allí, en tiempos precolombinos,
funcionaba un centro de intercambio comercial entre los
señoríos. También se refiere, desde la
Colonia, que Felipe II de España se
asomaba a las ventanas de El Escorial para ver las cúpulas
del templo quiteño y comentar lo cara que le estaba
resultando la obra. Y, finalmente, hacia 1600 el mítico
Cantuña es el centro de una hazaña
arquitectónico-demoníaca la construcción del
atrio.

Lo bueno es que hasta ahora falta una piedra, en uno de
los bajantes de agua de las
escalinatas: por eso su alma
aún no ha sido captada por Satanás. Pero las
leyendas son
solo una de sus riquezas. La construcción misma representa
una proeza, pues la planta del convento tiene que vencer la
pronunciada inclinación de las faldas del Pichincha.
Y ya en su interior, el oro del
incario y el talento de los artesanos de la Escuela
Quiteña inscriben una impronta que convierte al lugar en
irrepetible. Cerca de 4 mil obras, entre esculturas, lienzos,
pintura mural,
artesonados y mueblería, se distribuyen por un área
de 3,5 hectáreas, con un templo central, dos capillas,
tres claustros principales, una abadía, un huerto y una
nostálgica cervecería.

Desde 1983, la Agencia Española de
Cooperación Internacional y el Instituto de Patrimonio
Cultural trabajan en la recuperación integral del
complejo. Al momento se ha avanzado un 50 por ciento con un
costo estimado de
USD 1 200 000.

Actualmente 20 técnicos ecuatorianos realizan
labores de restauración y conservación. Así,
se han recuperado mil objetos de arte. 250 de
ellos se exhiben desde 1996 en dos galerías que se
adaptaron para el Museo de San Francisco. El recorrido empieza
por el coro de la iglesia, un
precioso habitáculo con capacidad para 61 frailes,
franqueado por dos órganos alemanes y decorado por un
exquisito artesonado de estilo mudéjar, compuesto de 4.600
piezas de madera, en cuyo centro hay una peculiar estrella de
ocho puntas.

De este sitio se desciende a las salas de
exhibición, donde se aprecian obras de Miguel de Santiago
(como la emblemática "Inmaculada Eucaristía"),
Diego de Robles, el Padre Carlos, Manuel Chili "Caspicara",
Bernardo de Legarda, Gregorio de Vásquez, Mateo
Mexía, grabados alemanes del siglo XVIII y un mapa de
Sudamérica pintado en 1775. El final de la visita es hacia
el extremo norte del convento, en la antigua cervecería
creada por los frailes en 1566. En su sala de recibimiento hay
una taberna y en la posterior está la galería y los
instrumentos con los que se preparaba la bebida.

MUSEO
CASA DE SUCRE

Dirección: Venezuela No.
573 y Sucre Quito Pichincha Ecuador.
Abierto: De Martes a Viernes de 08:00 a 16:45.
Sábados: de 08:30 a 13:00.
Teléfono: 295 2860
Servicios: Tours.


El lugar guarda los objetos personales y recuerdos de
guerra del
"Mariscal de Ayacucho" y de su esposa. En 1977 el Ministerio de
Defensa recuperó la casa que perteneció a Antonio
José de Sucre y a su esposa Mariana Carcelén. Desde
entonces está abierta al público como un museo. El
lugar se divide en dos plantas y cada una guarda los vestidos,
los enseres, los muebles y los recuerdos de guerra del "Abel de
América". Las visitas son guiadas.

La historia cuenta que el general venezolano Antonio
José de Sucre fue un apasionado de Quito. Tanto que se
casó con Mariana Carcelén, Marquesa de Solanda, una
de las quiteñas más acaudaladas, con quien
formó un hogar en la casa ubicada en las actuales calles
Venezuela y Sucre.

Los Anales del Cabildo señalan que para 1714
dicha casa pertenecía a Sebastián Pérez de
Ubilus, quien la heredó a su hijo, Felipe Carcelén,
padre de Mariana. Para entonces, la edificación abarcaba
casi toda una cuadra.

Años después, el 28 de abril de 1828,
Sucre contrajo matrimonio con
Carcelén, en un acto peculiar, pues el Mariscal de
Ayacucho oficiaba para la fecha como Presidente de Bolivia,
razón por la cual envió al general Vicente Aguirre
como su representante en la ceremonia matrimonial. Aguirre, antes
de esto, recibió el encargo de comprar una casa para
residencia de la nueva pareja. Y adquirió la propiedad de
la familia
Carcelén. Acto seguido, y mediante correspondencia, le
reseñó a Sucre la estructura del inmueble, y
éste, gracias a sus estudios colegiales de ingeniería, mandó unos planos para
su rehabilitación y decoración.

Finalmente, Sucre llegó a su hogar el 20 de
septiembre del mismo año. Y allí le dio una tregua
a su vida guerrera y política, para
dedicarse a formar una familia.
Así, luego de diez meses nació su hija Teresa
Sucre. La felicidad con los suyos duró poco. Pues tuvo que
dejar el país para asistir a un congreso en el que se
quería evitar la disolución de la Gran Colombia.

Sin conseguir éxito
en la gestión, el Mariscal emprendió su
regreso a Quito. Pero el 4 de junio de 1830 una bala
atravesó su cráneo en las selvas colombianas de
Berruecos. Mariana Carcelén recibió la noticia del
deceso semanas después. Acudió a recuperar el
cuerpo de su esposo y lo escondió en el
Convento del Carmen Bajo
.
Allí permaneció hasta 1904, cuando el
gobierno de Eloy Alfaro decidió trasladar los restos a un
mausoleo en
La Catedral.

Un año después del asesinato de Sucre, la
Marquesa de Solanda contrajo nuevas nupcias con el general
Isidoro Barriga, y juntos procrearon a su hijo Manuel.

A la muerte de
la Marquesa, él se convierte en el dueño de la
casa. Ramón Paz
y Miño la adquiere tiempo
más tarde, y a finales del siglo XIX la remata en 28 mil
pesos. Durante los primeros años del siglo XX, el inmueble
fue pintado con un añil intenso, por lo que se lo
conoció como la 'Casa Azul'. Allí funcionaron
boticas, ferreterías y almacenes.

El Ministerio de Defensa compró la
edificación en 1970, la restauró desde 1972 y la
abrió para las visitas del público en
1977.

MUSEO DE LA CASA DE
BENALCÁZAR

Dirección: Olmedo y Benalcázar
Quito Pichincha Ecuador.
Abierto: Lunes – Viernes, de 09h30 a 13h00 y de 15h30 a
19h00
Servicios: Tours.

El 6 de diciembre de 1534 se firmó el Acta de
Fundación de San Francisco de Quito, esto en honor al
conquistador Francisco Pizarro.

El capitán Sebastian de Benalcazar, una vez el
arriero Sebastián Moyano. Bajo la lógica
europea arquitectónica, la ciudad en la forma de rejilla
prepara. Y una de las partes que reservan para la residencia del
fundador de Benalcazar dio a los bordes de la ciudad. Sin
embargo, cuando éste se separa para conquistar
Popayán, da la casa a Pedro de Puelles, que para el tiempo
famoso de corregidor de
Quito
era el Ayuntamiento. Puelles
murió más tarde lidero años una de las
primeras rebeliones de la ciudad de viejo Ecuador.

La edificación que se puede apreciar actualmente
en la esquina de las calles Benalcázar y Olmedo no es de
los días de la conquista: su construcción data de
inicios del siglo XVIII.

El lugar ahora es administrado por el Instituto de
Cultura Hispánica, una entidad que persigue el sincretismo
y el intercambio de experiencias culturales entre España y
Ecuador. Para el efecto se ha constituido en una galería
del arte colonial, además de poseer una amplia biblioteca sobre
literatura e
historia ibérica, y una cinemateca con varios documentales
binacionales.

MUSEO CONVENTO SAN DIEGO

Dirección: Calicuchima No.117 y
Farfán. 
Abierto: Lunes – Sábado, de 09h00 a 13h30, 14h30 a
17h00
Servicios: Tours.

Tiene gran riqueza en lienzos, esculturas y doraciones.
Las obras llevan el talento de la Escuela Quiteña del
siglo XVIII. El convento de San Diego era la antigua recoleta de
la orden franciscana. Sus paredes guardan preciosos lienzos con
alegorías a la pasión de Cristo, a la
asunción de María y a la vida de castidad y
pobreza de
santos como Francisco de Asís y Diego de Alcalá,
patrono del convento. Piezas que resultan de gran interés
son el púlpito, un ejemplo de la ornamentación
barroca del siglo XVIII; la imagen de la Virgen de
Chiquinquirá; y el crucifijo por sobre el cual el bohemio
padre Almeida salía a sus jaranas nocturnas.

La proliferación de conventos en la
América india fue la
estrategia de
propagación del catolicismo hacia cada uno de los
habitantes naturales de las colonias españolas. La
exigencia en la preparación espiritual de los
clérigos obligaba que sus recintos, a los que se
llamó recoletas, fueran construidos en "edenes" lo
más alejados del mundanal ruido.
Así, el Convento de San Diego, ubicado actualmente hacia
el sur de Quito, se inscribe en esta línea. El inicio de
su construcción se sabe de finales del siglo XVI. En 1598
la congregación franciscana obtuvo del Cabildo la
autorización para levantar la obra, bajo la dirección del padre Bartolomé Rubio.
Entre este año y 1602, quiteños acaudalados donaron
terrenos, logrando una extensión de tres
cuadras.

Hacia 1603 se había concluido la iglesia, y el
convento estaba en fase avanzada. En 1626 los patios internos del
claustro habían sido concluidos. Y los anales del Cabildo
señalan que por 1650 San Diego ya oficiaba como una casa
de retiro para "veinte religiosos de penitente vida".
Todavía faltaban pequeños detalles, por lo que en
1689 fue nombrado "Obrero Mayor" de la construcción al
legendario fray Manuel de Almeida, pícaro monje que usaba
un crucifijo como la escalera que lo conectaba con la ciudad
nocturna y bohemia. El lugar incluso toma más fuerza
mítica por la presencia de otro héroe del
imaginario quiteño: Cantuña. Si bien él
pinta como constructor del atrio de San Francisco, sus manos
nunca estuvieron allí, sino en San Diego, donde hizo
algunos trabajitos de cerrajería por los que cobró
siete pesos. Hacia la mitad del XVIII, el Convento fue concluido
totalmente con acabado impecable, según cuenta el viajero
inglés
William Stevenson: "Casi oculto en medio de los árboles
y de las rocas este
retrete es de los románticos. Se ha puesto especial
cuidado en que este edificio aparezca como una ermita aislada. Es
tal vez en todo el Nuevo Mundo la morada que más conviene
al retiro religioso…".

La sola concepción arquitectónica del
Convento de San Diego ya es un referente patrimonial. No
obstante, al interior las joyas son mayores. Como el artesonado
de estilo mudéjar que adorna el cielo raso del
presbiterio. El púlpito principal de la iglesia
también es tesoro. Su ornamentación guarda la
impronta del barroquismo del siglo XVIII y su diseño
presenta un cáliz junto a una vid que asciende entre
columnas salomónicas.

En la pinacoteca de la iglesia se pueden apreciar
lienzos alegóricos a San Francisco de Asís, con
firma de Andrés Sánchez. Pero entre los que
destacan están la "Misa Gregoriana", atribuida a Miguel de
Santiago; "Nuestra Señora de Chiquinquirá", de
factura
colombiana; el cuadro de Cristo agonizante, de autor
anónimo, que se dice inspiró la "Piedad" de
Caspicara; y la imagen de la Pasión del Señor, cuya
autoría se confiere a Francisco Albán. Una visita a
este museo es un encuentro con al arte quiteño, más
allá de los nombres consagrados.

MUSEO JACINTO JIJÓN Y
CAAMAÑO

Dirección: Av. 12 de Octubre
y Carrión Quito Pichincha Ecuador.
Abierto: Lunes – Viernes de 08:00 a 16:00.
Servicios: Tours.

El suelo ecuatoriano
guarda tesoros arqueológicos. Usted puede Apreciar buena
parte de ellos en su visita al Museo Jacinto Jijón y
Caamaño, en la Universidad
Católica. Coleccionismo al servicio de la
historia. Desde inicios de siglo, el conde Jacinto Jijón y
Caamaño, heredero de una de las familias más ricas
de Quito, se dedicó a rescatar y estudiar las piezas
arqueológicas contenidas en el suelo
ecuatoriano.

Su reserva se convirtió en un museo
histórico y funcionó en su casa de La Circasiana.
Por su decisión, en 1963 las piezas fueron donadas a la
Universidad Católica. Actualmente se exhiben en el segundo
piso de la biblioteca de la institución. Pero se tiene
previsto su traslado al Centro Cultural Universitario.

En uno de los rincones de La Circasiana, ubicada en las
actuales avenidas Diez de Agosto y Colón, Jacinto
Jijón y Caamaño reservó las piezas
arqueológicas que fue encontrando en una labor a la que se
dedicó desde joven, y que la dejó solo por su
muerte, en
1950. Este aristócrata quiteño nació en 1890
y su inclinación por la arqueología empieza en su
primer encuentro con González Suárez. Él,
como presidente de la Academia Nacional de Estudios
Históricos, fue quien lo motivó a la
recuperación y estudio de las culturas ancestrales del
país.

Entre 1909 y 1925, Jijón y Caamaño se
dedicó a la prospección de suelos en las
provincias ecuatorianas de Manabí, Carchi, Imbabura,
Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo. Incluso
realizó excavaciones en Maranga, en la zona norte de
Perú. De esta manera, sus esfuerzos le permitieron
establecer, por análisis estilístico de las piezas
halladas, las culturas Protopanzaleo, Panzaleo, Tuncahuán
y Puruhá. Además su labor ayudó a definir
las culturas imbabureñas, manteña e inca en el
país.

De acuerdo con el arqueólogo Ernesto Salazar, la
importancia de la obra de Jijón y Caamaño
está en que se 'logró establecer la primera
secuencia cultural del Ecuador precolombino. Su interpretación fue esencialmente
difusionista, concibiendo el desarrollo de los grupos locales
como resultado de oleadas culturales de Centroamérica y
los Andes centrales.

En el testamento de Jijón y Caamaño,
declarado Conde de la Orden de Malta, quedaba dicho el anhelo de
que su fondo arqueológico pasara a manos de alguna
institución que lo conservara y promocionara.

Por eso, su esposa e hijo donaron en 1963 las piezas a
la Universidad Católica de Quito. Entonces se
estableció el Museo Jacinto Jijón y Caamaño.
Y a la reserva arqueológica se sumó buena parte de
la particular del arqueólogo Max Uhle, que incluye
material cultural de Centroamérica y Perú. De
más reciente data fueron incorporadas las colecciones de
arte de las familias Jijón y Navarro.

En la primera se reúnen lienzos, esculturas,
muebles, efectos personales y juguetes de
los siglos XVII en adelante.

Aquí sobresalen los nombres de Miguel de
Santiago, Bernardo Rodríguez, Manuel de Samaniego, Manuel
Chili y Bernardo de Legarda. En la segunda, en cambio, se
exhibe una nutrida pinacoteca de autores nacionales de los siglos
XIX y XX, entre los que destacan Joaquín Pinto, Juan
Manosalvas, Luís Cadena, Antonio Salas, Víctor
Mideros, Juan Pablo Sanz, Juan León Mera Iturralde, Roura
Oxandaberro y Oswaldo Guayasamín.

MUSEO DE LA ESCUELA MILITAR ELOY
ALFARO

Dirección: Av. Orellana y Amazonas.
Abierto: Lunes – Sábado de 09:00 a 12h00 y de 14:00
a 17:00.
Servicios: Tours.

Este Museo del Colegio Militar Eloy Alfaro cuenta con un
complejo que no solo está destinado a la historia militar.
La naturaleza y
el pasado arqueológico tienen también su espacio.
Trajes y municiones utilizadas en las guerras de
independencia, retratos de ilustres militares del país,
restos de los soldados anónimos caídos en combate y
algunos efectos personales del general Eloy Alfaro son los
tesoros del Templete de los Héroes. Este es el principal
punto de visita a este recinto cultural que reseña el
civismo, la gallardía y los símbolos patrios del
ecuatoriano.

La huella arqueológica del país, la
riqueza natural de las cuatro regiones y el brillo de fusiles,
uniformes y escarapelas tienen su espacio en el Centro Cultural
del Colegio Militar Eloy Alfaro. Se presenta al público en
tres ambientes: el Templete de los Héroes, el Museo
Antropológico y Natural y el Parque Geodésico. El
complejo se extiende en siete salas. Por tradición, el
Templete de los Héroes se sugiere como el punto de mayor
atracción.

El sitio se estableció en 1919, en el primer piso
del edificio que hoy es el Ministerio de Defensa, pues
allí funcionaba el, para entonces, Colegio Militar de
Quito. En 1938 la institución se trasladó a su
local actual (en las avenidas Orellana y Amazonas).

Ya en 1943, el general Marcos Gándara, profesor de
Historia Militar, ideó la construcción del actual
Templete. Y se encargó la obra al arquitecto uruguayo
Jones Odriozola, autor del primer plan regulador
del crecimiento de la
ciudad de Quito
. La construcción
del edificio concluyó en 1945. Y al año siguiente
abrió sus puertas al público, para la
exhibición del armamento, la vestimenta, las municiones y
los restos de algunos combatientes de la Batalla del Pichincha, y
de la guerra con Perú, en 1941.

Las primeras osamentas son de héroes
anónimos, pero entre las segundas figuran las del Teniente
Hugo Ortiz, del Cabo Luis Minacho, del Mayor Galo Molina, del
Capitán Augusto Rivadeneira, etc. Además, el sitio
alberga las charreteras, condecoraciones, ponchos, kepis y un
fragmento del cráneo de Eloy Alfaro Delgado, el 'Viejo
Luchador'. El Museo Antropológico y Natural divide su
espacio para la cotidianidad del Ecuador ancestral, y para la
riqueza en flora y fauna del
país actual. La primera sección guarda una rica
reserva de piezas arqueológicas de todas las culturas
precolombinas.

La segunda presenta ambientaciones que evocan lo
más representativo de cada rincón del país,
desde sus elementos culturas hasta su biodiversidad,
esto escenificado en 100 especies embalsamadas. Para cerrar la
visita, usted tiene a su disposición el Parque
Geodésico, un sitio que rinde tributo a los principios
astrológicos de las sociedades
aborígenes, y a las visitas de las misiones
francesas.

Con este antecedente, usted podrá apreciar una
recreación de los calendarios astronómicos,
además de una alegoría a la ruta que sigue el sol en los
equinoccios, fechas en las que baña de fecundidad a las
tierras aledañas al paralelo 0.

CONCLUSIONES

  • En cada museo hay un poco de historia, existen
    anécdotas, costumbres de la historia, sufrimientos,
    dolores, alegrías y luchas, felicidad y
    tristeza.
  • Cada museo guarda nuestra historia, Ir a un museo es
    volver a vivir el pasado y entender el por qué de las
    cosas, por qué estamos viviendo aquí.
  • Quito tiene una maravillosa variedad de museos tanto
    históricos como arqueológicos y también de
    ciencias.
  • El centro histórico de Quito es el lugar
    más privilegiado ya que la mayoría de museos se
    encuentran ahí.

BIBLIOGRAFÍA

 

Nataly Michelle Puertas Proaño

Partes: 1, 2
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